domingo, 29 de enero de 2012

EL GRUPO DE IGUALES

EL GRUPO DE IGUALES


            El alargamiento de la juventud vinculado a la regulación del trabajo infantil y la escolarización hasta los dieciocho años, propio de las sociedades industriales maduras, ha generado un espacio de relación entre iguales, muy vinculado al tiempo libre y a la calle, que se prolonga en el tiempo y que se intensifica en el papel que tiene en el proceso de construcción de autonomía y de identidad de los jóvenes.

            La preocupación de los adultos ha crecido en las últimas décadas por este espacio de construcción identitaria fuera del control de los adultos.

            A esta importancia estructural se le añadió la dimensión cultural, Los grupos de iguales empezaron a no seguir las pautas de iniciación diseñada por los adultos y empezaron a crear nuevas.

Así se creó el conflicto generacional, incomprensión mutua entre adultos y jóvenes. Esta creatividad cultural se ha transformado en las llamadas subculturas juveniles, propuestas más o menos coherentes de cambio social, con una dimensión de estilos de vida, generando a veces movimientos sociales.


Esta dimensión grupal ha desplazado a la familia y a la escuela en el proceso de socialización. Judith Harris afirma que el resultado de la socialización depende mucho más del grupo de iguales en el que el joven se relaciona con las características innatas o los esfuerzos educadores de padres y profesores.

Los chicos buscan sus modelos en chicos más grandes que ellos, n particular, buscan o crean espacios de relación lejos de la mirada adulta.

En el grupo de iguales los jóvenes realizan aprendizajes que pueden ser fundamentales para su vida futura. Pueden experimentarse otro tipo de experiencias vitales de gran significado para la inserción al mundo adulto, que tampoco se entienden sin la dimensión grupal.
En este ámbito es donde los educadores sociales que trabajan con jóvenes tienen más retos y dificultades. En los años 70 se acuña la expresión “educador de calle” para describir a los educadores que trabajaban en medio abierto. El trabajo de los educadores era fundamentalmente de prevención para evitar que estos grupos derivasen en conductas claramente antisociales.

La educación social en el ámbito de los jóvenes no puede quedarse al margen de lo que pasa en los institutos, ni tampoco puede quedarse en la oferta de espacios cerrados con el control de un adulto, porque los jóvenes no dejan de ver este espacio como ajeno, o cuando se los apropian pueden generar efectos no queridos.

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